Guille es la noviecilla de mi mejor amigo. Según ella, ama un chingo a mi cuate, con el cual se va a “ahorcar” en un mes en que dirán el cursi “sí, acepto”, pero la Guille me dijo el otro día que quiere tener su propia despedida de soltera, ni más ni menos que… ¡conmigo! Así que no me hice del rogar y viendo lo buenorra que está, las buenas tetas que tiene y el suculento trasero que se le ve, no iba a negarme. Nos dimos cita en un motelito de la ciudad y ahí dimos rienda suelta a nuestros deseos sexuales. Esta morra parecía que nunca había mamado verga, porque desde que empezó a chupármela, no paró por un buen rato, tanto que hasta me dolía las succiones que me daba. Al final los dos quedamos bien contentos con la cogida, ella porque tuvo su despedida de soltera y yo, porque me di cuenta que el tonto de mi amigo se casaba con una pinche vieja piruja.
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