Desde hace tiempo ardía en deseos de sentir en mi clítoris la leguita del mecánico que me arregla mi coche, el cual tiene unas nalguitas y unos pectorales que cada vez que lo veía, se me paraban los pezones con ganas de rozarlos en su pecho. No había semana que no me pasara por el taller con cualquier pretexto, hasta que un día lo encontré solito y me le acerqué tanto que al morro no le quedó otra más que llevarme a un rincón donde ardiente me desabrochó la blusa, me levantó el brassiere, luego levantó mi falda, me bajó los calzones ¡y por fin pude sentir su enorme verga en mi coño!.
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