Aaaaaay, cómo se me para la verga cada vez que veo a mi comadre, con lo bien torneada que tiene las piernas, las nalgas y las chichis… Y cómo se hizo del rogar la cabrona, cada vez que le insinuaba lo bien que entraría mi verga en su coño. Nomás se reía y me decía “Ay, compadre, qué cosas dice usted”, hasta que por fin un día accedió y me dejó meterme en su cama, un tarde en que el compadre no estaba. Qué rebuena es para chupar la verga, si hasta se tragaba mi leche y se la sorbía cuando ésta salía de mi pene. ¡Pinche vieja, cómo me pone cada vez que fajo con ella!
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