¡La morrita del quinto piso es tremenda para chupar el palo! Pinche vieja, luego de andarnos lanzando miraditas lividinosas cada vez que nos encontrábamos en el elevador, por fin nos atrevimos a coger una noche en su casa, donde me subió a la gloria de lo bien que me chupó y deslechó mi verga. Y cuando se ponía como perrita, con las nalgas bien paradas, como invitando a que le metiera no sólo una verga…¡sino un cañón! ¡Ah, qué placer más bueno me hacía sentir la hija de puta! Desde entonces no hay fin de semana que no nos vemos ¡para comernos todo!.
- Compartir
-

-
