Cómo gime la condenada de mi compadre cada vez que me la cojo y le doy sus dosis de buen sexo. Y es que la pobre la tiene tan descuidada mi compadre, que yo me encargo de darle sus calentaditas cada vez que éste sale de viaje. Está tan urgida la vieja de sexo, que cada vez que la visito no para de comerse mi verja y chuparla como un rica paleta de limón, en que se le escurre el líquido por su boca. ¡Yo mientras me pierdo en sus ricas y jugosas chichis que me saben a gloria!!!
- Compartir
-

-
